La muerte de la rana

Después de que la lapidaron los niños, su destino quedó sellado; a voces de los demás niños tendría que morir igual que su esposa.
Este par de ranas cometieron el pecado fatal error de copular en un charco que se encontraba frente a un salón de clases, donde los párvulos arremetieron a pedradas tal indigno acto.
La esposa murió o al menos fue herida de fatalidad; cabe mencionar que el charco está al pie de un alto bordo de tierra, que el charco se formó por que recientemente habían rascado la misma.
El destino estaba sellado, la esposa murió al momento de que la tierra tuvo un derrumbe y ella, debido al ataque perpetrado por los mocosos, no pudo hacer uso de su habilidad saltadora.
El por su lado sólo pudo contemplar la tumba de tierra que de su verdosa esposa quedó.
Sin duda su final no sería distinto, dentro del charco sus patas delanteros se encontraban utilizadas y el final se encontraba en las manos de un niño curioso y bien intencionado.
En su afán de salvarla la levanto de una de sus patas traseras y la arrojó a la parte más profunda del charco; la infeliz anura no pudo más que ahogarse lentamente, sus patadas de ahogado sólo le dieron el impulso suficiente para undirse en una espiral densa de color café, su tumba de agua quedó simétrica a la de su esposa rana.
Los niños tranquilamente regresaron a su salón para continuar hablando de los efectos del hombre en los ecosistemas.

La vida, la vida es una perra... Incluso para las ranas


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